En todos los hogares con mascotas, es imprescindible realizar una limpieza especial, más profunda, que si estos no estuvieran. Es decir, se necesita un mayor nivel de higiene, pero si es que se siguen estos consejos, no tiene porqué resultar un trabajo agotador.
En primer lugar, la mascota debe estar en un lugar específico de la casa y no salir de ahí mientras se hace aseo. O lo mejor es aprovechar el momento en que los sacan a pasear, para dedicarse 100% al aseo en todos los lugares. No olvidar de lavar muy bien todos los utensilios del animal: plato para el agua y para la comida, cepillos, casas o cojines, mantas, etc.
Igualmente, es importante conocer a qué zonas de la casa tiene libre acceso la mascota para saber a qué espacios hay que prestar especial atención en la limpieza.
El suelo de todo el hogar, ya que el animal puede traer bichos o bacterias desde la calle. Este requiere ser aspirado y fregado al menos una vez al día para eliminar completamente los pelos del animal y evitar que pase la suciedad de una habitación a otra. El aspirado se puede alternar con el barrido, en cuyo caso se recomienda que se realice con una escoba de goma o con mopas de microfibra, ya que atraen especialmente todo tipo de partículas.
También hay que pasar la aspiradora al menos un par de veces por los sillones y asientos que tengan algún tipo de tapicería, ya que los textiles suelen atraer especialmente el pelo de la mascota –incluso cuando ésta no suele acercarse-.
En el caso de las alfombras, deberán sacudirse previamente y de forma enérgica en algún espacio exterior. Se recomienda que la aspiradora disponga de filtros antiácaros y que se limpien correctamente después de su uso, y si funciona con bolsa, ésta debe desecharse al completar la limpieza.
Respecto a los productos que hay que emplear, hay que tener en cuenta que algunos pueden llegar a ser tóxicos para los animales de compañía, por lo que se recomienda emplear bactericidas neutros o productos cuya base sea el bioalcohol (alcohol tratado) y que no posean ni lejías ni amoniaco. Otra buena opción puede ser el vinagre blanco o el bicarbonato sódico ya que, además, neutralizan los olores.
Por último, conviene emplear cada cierto tiempo –se suele recomendar una o dos veces al mes- una máquina de limpieza de vapor a presión para eliminar la suciedad y las bacterias más difíciles. Al no necesitar productos químicos, sino simplemente agua a elevadas temperaturas, puede utilizarse en todas las superficies sin miedo a dañarlas o estropearlas.